Era una noche alegre, tranquila y acogedora; ajena a la tarde gris, fría y lluviosa que había contemplado esta hermosa ciudad.
Los nervios me invadían, la expectativa crecía a medida que daba un paso y sabía que me acercaba a ti. Tengo que aceptar que pese a ello me llené de actitud y me mostré lo más tranquila que pude.
Al estar frente a frente solo pude decir ¡Hola! Y tras una mirada esquiva tuya pude experimentar un toque de inseguridad, sin embargo, esta no era razón suficiente para cancelar nuestros planes.
Era una noche diferente a todas las que había vivido; las luces, los colores y la música, se convirtieron en tus aliadas perfectas para romper la rutina y despertar en mí sensaciones que nunca había (querido) vivido. 150 mil personas caminaban a nuestro lado y serían ellas quienes compartirían junto a nosotros el inicio de una de las mejores noches de mi vida.
Las calles de esta enorme ciudad fueron las encargadas de unirnos cada vez más, de llevarnos por un camino que solo tu y yo estábamos dispuestos a seguir, no importaba la gente a nuestro alrededor, solo éramos tu y yo bajo una noche que nos sonreía y de sus manos nos llevarían a despertar un sentimiento que aunque inexplicable, disfrutaríamos hasta el final.
Era tarde en el reloj; pero para nosotros la noche era joven, nadie nos esperaba, nada nos ataba, nada nos preocupaba, éramos tu y yo bajo la mirada cómplice de las estrellas; aquellas que junto a la luz de la vela hacían brillar tus ojos; esos ojos que me llenaron y se encontraron junto a los míos y que sin decir una sola palabra nos explicaba por que estábamos allí.
No importó el frío de la madrugada, la soledad de las calles y la escasez de luz; para que con un abrazo y en la mitad de aquel lugar pudiéramos sellar lo que sería la noche más mágica de nuestras vidas.
Al estar frente a frente solo pude decir ¡Hola! Y tras una mirada esquiva tuya pude experimentar un toque de inseguridad, sin embargo, esta no era razón suficiente para cancelar nuestros planes.
Era una noche diferente a todas las que había vivido; las luces, los colores y la música, se convirtieron en tus aliadas perfectas para romper la rutina y despertar en mí sensaciones que nunca había (querido) vivido. 150 mil personas caminaban a nuestro lado y serían ellas quienes compartirían junto a nosotros el inicio de una de las mejores noches de mi vida.
Las calles de esta enorme ciudad fueron las encargadas de unirnos cada vez más, de llevarnos por un camino que solo tu y yo estábamos dispuestos a seguir, no importaba la gente a nuestro alrededor, solo éramos tu y yo bajo una noche que nos sonreía y de sus manos nos llevarían a despertar un sentimiento que aunque inexplicable, disfrutaríamos hasta el final.
Era tarde en el reloj; pero para nosotros la noche era joven, nadie nos esperaba, nada nos ataba, nada nos preocupaba, éramos tu y yo bajo la mirada cómplice de las estrellas; aquellas que junto a la luz de la vela hacían brillar tus ojos; esos ojos que me llenaron y se encontraron junto a los míos y que sin decir una sola palabra nos explicaba por que estábamos allí.
No importó el frío de la madrugada, la soledad de las calles y la escasez de luz; para que con un abrazo y en la mitad de aquel lugar pudiéramos sellar lo que sería la noche más mágica de nuestras vidas.
*Uyy que cosas, definitivamente es que el 6 es el mejor número del mundo....y agosto?...También.
1 comentario:
Bueno, como nadie opinó, me tocó a mí; y es que no podía dejarlo pasar, y es que me encanta esta entrada, la hice con todo el corazón y cada vez que la leo me teletransporta a un lugar mágico y un conjunto de mariposas y sensaciones que auqnue ya no están, siguen por ahí revolteando de vez en cuando.
No siendo más me voyyy.
Publicar un comentario